"No se te ocurra morder ese cable"
"No se te ocurra robarte esa naranja"
"Que ni se te ocurra agarrar mis zapatillas"
Ufff... innumerables cantidad de frases con el "no se te ocurra" se me cruzan cuando miro a mi perro. Llegó hace casi cuatro años a mi casa, en realidad lo traje yo de la casa de una amiga...
Llegar, llegó. Y después fue todo caos: rompía todo, comía todo, robaba todo lo que encontrara para esconderlo debajo de mi cama.
Lloraba de noche y de día - Todavía lo hace, a veces cuando se pone en maricarmencita- y es insoportablemente denso cuando llega alguien. Visitas en casa nunca, porque salta, juega y trae las cosas más insospechadas ante la vista de quienes pasan a tomar unos mates.
Empezó a dormir conmingo de chiquito y ya de grande no se le fue la maña. Parece que el lugar donde el se siente seguro es aquel donde yo me encuentre, y la verdad es que a veces es dificíl, sobretodo porque a pesar de que en mi casa siempre hubo animales este es el que verdaderamente me robo el corazón.
Amo sentarme a comer naranjas y que el se haga el disimulado y me mire con cara de indigente para que le regale algún que otro gajito. O sentarme en la vereda mientras él corre en el baldío de enfrente. Sentirme feliz de llegar a casa, porque él me siente subiendo als escaleras y apenas abro la puerta ya está ahí para ladrar y mover su cola dándome la bienvenida.
Membrillo, mi perro, está internado. Tuvo una oclusión intestinal y lo operaron y la verdad es que no se encuentra muy bien, y no puedo explicar lo mal que me hace verlo así. Hace tres días que está internado y desde el momento en que lo dejé no paro de extrañarlo. No me dejan verlo porque se pone muy nervioso, así que será cuestión de esperar que este fin de semana lo traigan de nuevo a casa para que ande con su pelota roja y su mickey deshilachado que seguro lo extrañan igual que yo.
Memo... no se te ocurra irte y no volver.